Más allá de los sueños está la realidad: Capítulo 8

"Morir duele menos de lo que creí"

*Narra Rubén*

Madre mía.... 

No  podía dormir, es que... Joder, Jeff me atormenta, siempre que cierro los ojos él aparece.

—¿Qué...? -Emití, muy confundido, había algo tras mi ventana, claramente se podía ver la silueta de una persona.

Me levanté de la cama, sentía la adrenalina correrme por todo el cuerpo, me temblaban las manos, al aproximarme para abrir las cortinas el miedo me recorrió agresivamente, aún así de un jalón abrí ambas cortinas y aquella extraña figura desapareció.

—¡Ostia! ¡Ostia puta! —Grité, tirándome al suelo de nalgas. Vaya que susto me había dado, de nuevo.

Sin más, volví a mi cama, y a los segundos mi madre entró por la puerta asustada.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó?!

—No... Nada, lo siento, tuve una pesadilla...

—Hay Dios mío... -Se sostuvo el pecho, y me miró.

Me encontraba aún asustado, no sé... Es sólo que soy algo miedoso. Se percató de mi estado, y me abrazó.

—Dime, ¿qué soñaste...?

—Yo... -No podía decirle, no me iba a creer, o peor aún, la metería en líos. —Yo... Ngh... -Comencé a llorar en su hombro, sólo quería dejar de sentirme tan débil.

—Ya, ya, ya.... -Acarició mi espalda, repetidas veces. —Si quieres puedes dormir conmigo...

—Pero... Tengo... 17...

—No importa que edad tengas, siempre serás mi pequeño bebé. —Besó mi frente, dándome todo ese calor que sólo las madres pueden dar. Le hice caso, y dormí con ella.

—¿Qué?... ¿Qué es esto?... —Estaba oscuro, la niebla era presente por todas partes, grandes y delgados árboles inundaban el lugar, claramente me encontraba en un bosque. —¿Dónde estoy?

Caminé, caminé sin rumbo, parecía que repetía mi partida, todo me daba vueltas, sentía la cabeza en el aire, sentía algo dentro de mi queriendo salir, gritando por nacer. Caí al suelo, jadeante y asustado, con la mirada perdida mientras me apoyaba en el suelo con ambas manos.

De pronto vi algo, extremadamente largo, una persona, pálida y sin rostro, con especies de tentáculos en su espalda. No grité, no corrí, no hice nada. Simplemente me acerqué, cada paso que daba era un dolor en el estómago, al estar más cerca de eso algo en mi se rallaba, chillaba y se rallaba, pero no me importaba, seguí caminando. Cuando sostuve su esmoquin negro este se agachó, sentí su abrazo, sentí algo nuevo, sentí morir, uno de sus largos tentáculos me atravesó el estómago.

Con los ojos apagados y abandonado por mi alma, caí en su pecho, me abrazó y gritó, no se le oía pero sé que gritó. Saben, morir no duele, te encuentras tan centrado en la luz blanca que poco a poco se enciende más y en los sonidos que poco a poco se oyen más bajos y lentos. Morir no duele, lo que duele es dejar a tus seres amados atrás.

SLENDERMAN ME PROTEGE, SLENDERMAN ES MI AMIGO, ÉL NUNCA ME ABANDONARÁ, PORQUE... PORQUE ME PROMETIÓ SU AMOR.

—¡! —Mierda, otra pesadilla... Fue tan extraña, ¿quién era ese sujeto?.
—Slenderman me prometió su amor. —Dije susurrando pasando mi dedo por mis labios que aún temblaban.

Me viré, para ver a mi madre de espalda. La abracé, fuertemente, la amo, es mi madre y siempre la amaré.

—Rubeeeeeén... —Escuché una vos juguetona pero escalofriante, a la ves que la puerta de la habitación donde nos encontrábamos se abría lentamente emitiendo un pequeño chillido de esta. Miré con terror aquella pálida mano acompañada de un cuchillo ensangrentado.

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