Más allá de los sueños está la realidad: Capítulo 5

"La primera vez que durmió en mi cama"

(Dejo en claro que no se ah comprobado la bizques de Mangel(?))

*Narrador*

—Hola Mangel, ¿qué le pasó a Rubén?

—Eso mismo quisierah sabeh yo señora, ¿puedo pasar? —Preguntó y la mujer le invitó. 

Llevó a el castaño a su habitación y lo colocó en la cama.
Rubius le dio la espalda.

—¿Quiereh que me vaya? —Dijo cerca de la puerta.

—No...

Mangel suspiró. Tal ves si se acostaba a su lado y le abrazaba le ayudaría en algo, pero tal ves... De todas maneras fue e hiso eso, que con éxito funcionó, Rubén le había devuelto el abrazo pero seguía llorando. 

¿Qué demonios?

Mangel estaba tan intrigado, pero sabía que debía dejar que estuviese más calmado.

No supo cuando calló dormido, sólo despertó con alguien frente a él. Era su castaño amigo. 

Estaba en cima de su... ¡Joder esa pose!

Mangel se levantó quedando sentado en la cama y con algo de inseguridad sostuvo las caderas de Rubén que estaba encima de su regazo.

—¿Y qué pasa? —Dijo sin saber que otra pregunta hacerle. —¿Qué te pasó ayer...? ehtabas...

Rubius puso un dedo entre los labios de Mangel y le sonrío.

—Jaja, ¿sabes que pasa?, hoy no hay clases porque hubo una plaga en la cocina, ¿no quieres salir conmigo a dar un paseo?, el sábado es el estreno de la película Lucy y se ve que mola si quieres vamos los dos...

—Bueno, vamoh pero... lo de ayeh....

—Olvídalo... —Se levantó de las piernas de Mangel tocando un poco cierto bulto, luego salió de su habitación cuando al rato gritó desde el otro lado —¡Baja a desayunar!

Mangel ahora miraba sus manos, esas manos que habían tocado una delgada figura, su frente había sentido unos finos cabellos y su nariz transpirado un rico aroma a bebé que simplemente hicieron que se sienta en otra parte de este mundo, algo que jamás había experimentado con alguien.

—¿Qué cojoneh?—Casi grita al ver su erección, pero no lo hizo al saber en qué casa se encontraba.

Dios, se había exitado, ¿pero por qué?... Aunque esa pregunta ya tenía respuesta, pero era extraño, Rubius era un hombre, con polla, POLLA.

[..............]

Al bajar a la sala vio a Rubén en pijamas junto a su madre jugando con unos trozos de pan. 

Él se limitó a sentarse y observar tan cariñoso momento entre madre e hijo. Cosa que nunca pudo tener.

—Ah, Mangel, buenos días, ¿ya quieres que te sirva antes? —La mujer se voltio y Rubius también para luego sentarse en la mesa.

—No graciah, tómese su tiempo. —Contestó.

—Oye, ¿ya te lavaste la boca? —Preguntó Rubén tratando de oler el aliento de Mangel, acercando su nariz, casi su boca.

—Sí, usé tu cepillo ojalá no te molehte. —Con algo de risa en su tono de vos acaricio los cabellos de el castaño.

—Pues no, igual ya estaba para votarlo al río, lo tengo desde hace 7 meses.

—Vaya...

Luego de comer, y saber que eran las 12 del día Mangel se despidió y con rapidez salió de casa pero detrás de él estaba Rubén deteniéndolo.

—Mangel espera, hoy quería salir contigo....

—Eh que debo ver que mi madre esté bien... si quiereh puede venih a mi casa y despuéh vamoh a 

salir. —Dijo muy rápido, Rubius asintió y Mangel agarró la muñeca del castaño jalándolo fuera a lo que con  Rubén cerró la puerta, antes cogiendo uno de sus abrigos, uno verde.

—Demonios Mangel, ando en pijama.... —Dijo mientras soplaba su mano libre ya que la otra ocupaba el pelinegro.

—Lo siento...

—No te preocupes, sé que estás preocupado por tu madre.

—Graciah Rubiuh.

—¿Por?

—Por seh mi amigo.

—Ni me lo digas hombre, gracias a ti.

—¿Y por qué?

—Por hacer que vuelva a cambiar.

—¿A qué te refiereh?

—Luuuuuego te contaré. —Dijo Rubén chocando su cabeza contra el pecho del bizco en son de broma.

En Mangel estaba una sensación algo inesplicable al sentir esa cálida y suave mano, que con torpeza trataba de acomodar, no sabía si moverla porque creía que se soltaría. La verdad quería sentir más, hasta quería besarla.

—Ya llegamoh... Ehpera aquí y luego noh vamoh.

—Sí, a mi casa para cambiarme tío.

Mangel entró dejando a Rubén fuera, quien se preguntó el por qué no le invitaba a entrar, pero ni modo, debía aguantar el frío.

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