*Narra Luzu*
[Los Ángeles, California]
Me encontraba en casa, era otra típica mañana en donde no estaba Lana junto a mi en la cama. Realmente no sentía su presencia últimamente dado a su nuevo empleo. Jamás se me dio bien dormir sólo y cuando despertaba sentía que Lana era sólo una ilusión cuando no la veía por ninguna parte, hasta que regresaba en un par de días.
Fui a prepararme un rápido desayuno, a lavarme los dientes y la cara. Estaba muy cansado, y me sentía débil.
El pantalón de mi pijama estaba topando mis talones, tanto así que me hizo tropezar y casi derramar mi tasa café. Mi corazón casi explota del susto.
Me repuse y seguí caminando hasta el mueble para comer ahí mientras veía tele.
[...]
Al culminar volví a la cocina para dejar los trastos en el lavadero. Me lave las manos y por encima de mis labios para retirar residuos de pan.
El timbré retumbó mis oídos. Caminé de prisa a la puerta y sin siquiera preguntar quién era, abrí. Es que siempre que atendía eran mis amigos o mi novia.
—Hola. —Dije.
—Hola. —Repitió, aunque estaba algo alterado mirando a sus costados.
—¿En qué te puedo ayudar? —Solté con dificultad, no conocía a ese chico.
—¿Estás sólo? —Esa pregunta me dejó estupefacto, ¿y si se trataba de un ladrón?, no lo sé, mi desconfianza era grande.
—N-No. —Sentí lentamente como sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba hacia abajo. —¿Por qué?
—Adiós, te veo luego. —Me dedicó una sonrisa carismática.
—Adiós... —Arrugué el entrecejo y cerré la puerta, con seguro.
—¿Estás sólo? —Esa pregunta me dejó estupefacto, ¿y si se trataba de un ladrón?, no lo sé, mi desconfianza era grande.
—N-No. —Sentí lentamente como sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba hacia abajo. —¿Por qué?
—Adiós, te veo luego. —Me dedicó una sonrisa carismática.
—Adiós... —Arrugué el entrecejo y cerré la puerta, con seguro.
¿Qué-fue-eso?
Un ladrón, un asesino... ¡¿Un violador homosexual?!
Tantas cosas se me venían a la mente que sólo quería decirle a Lana que me llevara con ella a su trabajo. Yo andaba sin apuros, pues tenía vacaciones, y por eso pasaba sólo en casa. Y ese hombre, es muy sospechoso.
De ahora en adelante preguntaré quién es antes de abrir.
[...]
Al día siguiente compré un candado reforzado. Debo admitir que me dan miedo los ladrones, los asesinos y violadores, más que los fantasmas. Sólo quiero tener seguridad.
Aunque aquel tío de ayer no parecía ser mala persona, pero es uno de los cliché más comunes de los psicópatas. Carismático, guapo, ética, estética y sobre todo muy misterioso: Psicópata. Ok, admito que debo estar exagerando pero "Más vale prevenir, que lamentar".
[...]
Cuando llegué a casa, apenas dejando las comprar a un lado el timbré sonó.
Respiré hondo, si era ese sujeto, no iba a abrirle la puerta ni de coña.
—¿Quién es? —Sostuve la manija.
—Luzu, tío, soy yo, Rubén. —Oh, gracias a Dios.
—Luzu, tío, soy yo, Rubén. —Oh, gracias a Dios.
—Mierda... —Susurré mientras abría.
—Mmm, sí, también es un gusto verte. —Entró y cerró la puerta por mi.
—Eh... Lo siento, tío. Es que ando en un lío. —Me senté en el sofá. —¿Vienes sólo? —Me sorprendió que no estuviera con Mangel.
—Mangel viene después, es que está comprando unas cosas. —Le restó importancia. —Y bueno, ¿en qué líos andas? —Se incorporó.
—Mmm, sí, también es un gusto verte. —Entró y cerró la puerta por mi.
—Eh... Lo siento, tío. Es que ando en un lío. —Me senté en el sofá. —¿Vienes sólo? —Me sorprendió que no estuviera con Mangel.
—Mangel viene después, es que está comprando unas cosas. —Le restó importancia. —Y bueno, ¿en qué líos andas? —Se incorporó.
Me tomé el tiempo de pensar el cómo contarle. Si le decía, me sentiría más protegido, o al menos si ese tipo me mataba alguien sabría quién fue.
—Un tío de estatura alta, un poco más bajo que tu, ayer vino aquí a preguntarme si me encontraba sólo a las siete de la mañana. ¿No es extraño?. Por suerte dije que no andaba sólo o quién sabe qué hubiera pasado.
—Oh tío, estás jodido. —Empezó a reír. —Vale, pero cómo luce. —Se puso más serio al notar mi miraba fulminante hacia él. No era para reírse.
—Oh tío, estás jodido. —Empezó a reír. —Vale, pero cómo luce. —Se puso más serio al notar mi miraba fulminante hacia él. No era para reírse.
—Es guapo y agradable, cabello negro y crespo supongo, piel blanca, psicópata, ladrón... —Alcé la vos en las dos últimas palabras.
....
—Tío, exageras. Ya no va a venir, y si lo hace sólo no le abras la puerta. Pon un candado y mantente encerrado como si fueras un oso en pleno invierno. Ya está. —Sí, sonaba tan seguro de sí, y eso me ayudó.
—Tienes razón. No debo exagerar las cosas.
—Sí, tienes al 911 de Los Ángeles.Venga.
—Sí, tienes al 911 de Los Ángeles.Venga.
—¡Rubiuh! —Era Mangel.
Corrí a atenderlo.
—Luzu. —Asintió. —Vamoh que la co'ferencia e'pieza ahora. —Adióh. —Me dijo.
—Chao. —Dijo Rubius palmeando mi espalda. —Espero que para cuando vengamos de nuevo sigas vivo. —Sonrió. Qué cabrón.
—Luzu. —Asintió. —Vamoh que la co'ferencia e'pieza ahora. —Adióh. —Me dijo.
—Chao. —Dijo Rubius palmeando mi espalda. —Espero que para cuando vengamos de nuevo sigas vivo. —Sonrió. Qué cabrón.
—Yo también lo espero. —Sonreí con ironía.
[...]
—Lana, ¿a dónde vas? —Era hora de dormir y se estaba alistando para salir.
—Lo siento, amor. Pero me llamaron y...
—Pero te dije lo del tipo ese, no quiero quedarme sólo esta noche. Llévame. —Recosté mi barbilla sobre su hombro.
—No eres un niño, estarás bien. Sólo cierra bien todo. Además son las nueve, aún no es tan peligroso.
—Lo siento, amor. Pero me llamaron y...
—Pero te dije lo del tipo ese, no quiero quedarme sólo esta noche. Llévame. —Recosté mi barbilla sobre su hombro.
—No eres un niño, estarás bien. Sólo cierra bien todo. Además son las nueve, aún no es tan peligroso.
—Vale. —Hice un puchero y me dio un leve pico en los labios.
[...]
Habían pasado dos horas desde que Lana se había ido de casa. Siempre soy exagerado, ¿no?, todo iba a estar bien, venga ya.
....
Sonó el timbré. ¿Quién era?, ¿a estas horas?, ¿a las once de la noche?.
....
Me guié a la puerta.
—¿Quién es?
—Hola. —¡¡Mierda!!, esa voz, era ese tipo. —¿Puedo pasar?
—Es tarde... —Intenté sonar tranquilo, como si no me fuera raro que un desconocido me preguntara si podía pasar a mi casa tan noche. —Buenas noches. —Estaba listo para volver a la cama.
—¿A qué le tienes miedo? —Su voz sonó juguetona.
—¿A qué te refieres?
—Comprar candados reforzados, y encerrarte todo el día, eso me muestra tu cobardía a algo.
—Es sólo seguridad.
—Vale, vale. Si piensas que soy un ladrón, un asesino o algo parecido, no te creas. Sólo quiero ser tu amigo.
—Mañana podemos seguir con esto, ¿vale?, estoy cansado.
—Creo que no has entendido.
—¿Hm?
—O me abres tú la puerta o la abro yo. ¿Qué dices?
—¿Pero tío... Qu-Qué es lo que quieres? —Mi sangre se heló por completo. Talvéz mis sospechas y exageraciones eran ciertas.
—A ti.
—¡¿Qué?! —Sin pensármelo, me alejé de la puerta.
—Vaya, con que estás sorprendido. Jajajaja.... Me lo esperaba.
Corrí a mi habitación. No supe qué más hacer en ese momento. Me senté al filo de la cama mirando hacia el pasillo.
Escuché el estrépito sonido del timbre, una y otra y otra vez, me estaba aturdiendo, era molesto, además tenía miedo. Ni de coña iba a salir, no sabía si encerrarme, porque ¿qué tal si ese tío podía en verdad abrir mi puerta?, ese sería mi fin. Vendría a matarme, dijo que me quería a mi, ¡no da para nada buen rollo!
—¡Luzu! —Escuché débilmente. —¡Luzu, tío! ¡Abre!
Tomé atención, esa voz era de Rubén. ¿Otra vez en mi casa de visita?, ¿tan de noche?
[....]
—Sí, vi a ese hombre que estaba saliendo de tu casa.
—¿Saliendo? —Arrugué el entrecejo. Ambos estábamos en la sala de pie.
—Estaba adentro, apenas llegué salió soplado cerrándome la puerta, creí que era algún colega tuyo.
—No, claro que no. Es el tipo ese.... Madre mía, si no hubieras venido....
—Verás pues Mangel y yo estaremos en Los Angeles una semana más, si quieres te acompañamos.
—No, no quiero escuchar como folláis por las noches. —Solté suspirando a la vez que sonreía.
—Pero si no vamos a hacer nada. —Sonrió también. Lo noté sonrojarse.
—Vale, si no vais a hacer nada por mi bien. Podéis usar esa habitación de allá. —Señalé con mi dedo. —¿Y Mangel?, ¿dónde anda?
—Eh... —Miró hacia otro lado. —Fue por... Eh... ¿Chococlates?, no sé...
El timbre sonó y Rubén fue a atender por mi.
—Traje loh condóneh, me diji'te que queríah el que dolía menoh, pero no había así que traje uno con sa-....
—¿Condónes? —Me acerqué a ambos. Miré a Rubius quién me sonrió nerviosamente.
—¿Qué? —A Mangel se lo veía confundido.
—Nada, bueno, Luzu nos vemos luego.
—¿No me ibas a acompañar?
—Bueno es que... Le prometí a Mangel... Ya sabes... Es que en Cancun no se pudo... Ya sabes...
—¡Suerte en su luna de miel, cabrones! —Los empujé y cerré la puerta en sus narices.
—¡Entiende que no quiero ser forzado por Mangel! —Rubén gritó. Abrí la puerta.
—¿Forza'o?, pero si en Cancun no te e'taba for-
—No habléis de eso en frente de mi. Vale, entiendo por ti Rubius.
—Gracias. ¿No estás enojado?
—No, sólo esperaré a mi muerte esta noche.
—¿Qué mue'te? —Mangel miró a Rubén.
—Alguien le está acosando y bueno... Quería quedarme a acompañarle.
—¡Y quedemonoh! —Mangel entró.
—¿Vamos a quedarnos sin importar nada? —Rubius lo miró sonriente, ah... Creo que entendía de qué iba.
—¡Claro eh nue'tro amigo! —Afirmó tomando mi hombro.
—¡Sí, por eso os quedaréis a dormir aquí! —Dije sosteniendo su hombro también.
—Sí, Luzu puso una condición, nada de sexo, Mangel. —Rubius sonrió burlonamente.
Mangel me soltó. Su rostro ahora era de seriedad.
Sólo pude contener mi risa, pero no bastó dos segundo para estallar, es que su cara era muy graciosa.
—Rubiuh... Pero si en Cancun tú...
—Venga, es nuestro amigo, ¿o no?
—Deja de rei'te. —Mangel fue a sentarse. —Jodeh...
—Jajaja... No te preocupes, en un una semana volvemos a España. —Rubén se sentó alado de Mangel. —Una larga semana, 24 horas por siete días...
.....
.....
.....
Mangel me miró. Se puso de pie tomando la mano de Rubius.
—¡Lo siento pero... No podré hace'lo! —Instantaneamente desaparecieron.
Bueno, me lo esperaba de Mangel. Sabía que no tenía los cojones como para esperar una semana.
[...]
Eran las tres de la mañana y yo ni podía dormir, estaba aterrado. Tanto así que eché candado a todo lo que pude. Me preocupaba que rompiera las ventanas. Joder, no estaba listo para morir.
[...]
Escuche un ruido, un estruendo en la sala. Me sobresalte de la cama temblando. ¡¿Y si era ese tio?! ¡¿Venia a matarme?!... ¡No, no, no! ¡No queria morir! ¡¿Por que me pasaba esto? ¡Tenia mucho miedo! ¡Estaba aterrado!
Intentaba pensar en que solo fue mi imaginacion, trate de respirar con normalidad pues se me estaba alterando la respiracion.
Escuche como la television de la sala se encendio. Entre en panico, me sudaba el cuerpo entero, mi sangre helaba, iba a morir, me iban a robar o a lastimar, viviria una tortura...
—Hola. —¡¡Mierda!!, esa voz, era ese tipo. —¿Puedo pasar?
—Es tarde... —Intenté sonar tranquilo, como si no me fuera raro que un desconocido me preguntara si podía pasar a mi casa tan noche. —Buenas noches. —Estaba listo para volver a la cama.
—¿A qué le tienes miedo? —Su voz sonó juguetona.
—¿A qué te refieres?
—Comprar candados reforzados, y encerrarte todo el día, eso me muestra tu cobardía a algo.
—Es sólo seguridad.
—Vale, vale. Si piensas que soy un ladrón, un asesino o algo parecido, no te creas. Sólo quiero ser tu amigo.
—Mañana podemos seguir con esto, ¿vale?, estoy cansado.
—Creo que no has entendido.
—¿Hm?
—O me abres tú la puerta o la abro yo. ¿Qué dices?
—¿Pero tío... Qu-Qué es lo que quieres? —Mi sangre se heló por completo. Talvéz mis sospechas y exageraciones eran ciertas.
—A ti.
—¡¿Qué?! —Sin pensármelo, me alejé de la puerta.
—Vaya, con que estás sorprendido. Jajajaja.... Me lo esperaba.
Corrí a mi habitación. No supe qué más hacer en ese momento. Me senté al filo de la cama mirando hacia el pasillo.
Escuché el estrépito sonido del timbre, una y otra y otra vez, me estaba aturdiendo, era molesto, además tenía miedo. Ni de coña iba a salir, no sabía si encerrarme, porque ¿qué tal si ese tío podía en verdad abrir mi puerta?, ese sería mi fin. Vendría a matarme, dijo que me quería a mi, ¡no da para nada buen rollo!
—¡Luzu! —Escuché débilmente. —¡Luzu, tío! ¡Abre!
Tomé atención, esa voz era de Rubén. ¿Otra vez en mi casa de visita?, ¿tan de noche?
[....]
—Sí, vi a ese hombre que estaba saliendo de tu casa.
—¿Saliendo? —Arrugué el entrecejo. Ambos estábamos en la sala de pie.
—Estaba adentro, apenas llegué salió soplado cerrándome la puerta, creí que era algún colega tuyo.
—No, claro que no. Es el tipo ese.... Madre mía, si no hubieras venido....
—Verás pues Mangel y yo estaremos en Los Angeles una semana más, si quieres te acompañamos.
—No, no quiero escuchar como folláis por las noches. —Solté suspirando a la vez que sonreía.
—Pero si no vamos a hacer nada. —Sonrió también. Lo noté sonrojarse.
—Vale, si no vais a hacer nada por mi bien. Podéis usar esa habitación de allá. —Señalé con mi dedo. —¿Y Mangel?, ¿dónde anda?
—Eh... —Miró hacia otro lado. —Fue por... Eh... ¿Chococlates?, no sé...
El timbre sonó y Rubén fue a atender por mi.
—Traje loh condóneh, me diji'te que queríah el que dolía menoh, pero no había así que traje uno con sa-....
—¿Condónes? —Me acerqué a ambos. Miré a Rubius quién me sonrió nerviosamente.
—¿Qué? —A Mangel se lo veía confundido.
—Nada, bueno, Luzu nos vemos luego.
—¿No me ibas a acompañar?
—Bueno es que... Le prometí a Mangel... Ya sabes... Es que en Cancun no se pudo... Ya sabes...
—¡Suerte en su luna de miel, cabrones! —Los empujé y cerré la puerta en sus narices.
—¡Entiende que no quiero ser forzado por Mangel! —Rubén gritó. Abrí la puerta.
—¿Forza'o?, pero si en Cancun no te e'taba for-
—No habléis de eso en frente de mi. Vale, entiendo por ti Rubius.
—Gracias. ¿No estás enojado?
—No, sólo esperaré a mi muerte esta noche.
—¿Qué mue'te? —Mangel miró a Rubén.
—Alguien le está acosando y bueno... Quería quedarme a acompañarle.
—¡Y quedemonoh! —Mangel entró.
—¿Vamos a quedarnos sin importar nada? —Rubius lo miró sonriente, ah... Creo que entendía de qué iba.
—¡Claro eh nue'tro amigo! —Afirmó tomando mi hombro.
—¡Sí, por eso os quedaréis a dormir aquí! —Dije sosteniendo su hombro también.
—Sí, Luzu puso una condición, nada de sexo, Mangel. —Rubius sonrió burlonamente.
Mangel me soltó. Su rostro ahora era de seriedad.
Sólo pude contener mi risa, pero no bastó dos segundo para estallar, es que su cara era muy graciosa.
—Rubiuh... Pero si en Cancun tú...
—Venga, es nuestro amigo, ¿o no?
—Deja de rei'te. —Mangel fue a sentarse. —Jodeh...
—Jajaja... No te preocupes, en un una semana volvemos a España. —Rubén se sentó alado de Mangel. —Una larga semana, 24 horas por siete días...
.....
.....
.....
Mangel me miró. Se puso de pie tomando la mano de Rubius.
—¡Lo siento pero... No podré hace'lo! —Instantaneamente desaparecieron.
Bueno, me lo esperaba de Mangel. Sabía que no tenía los cojones como para esperar una semana.
[...]
Eran las tres de la mañana y yo ni podía dormir, estaba aterrado. Tanto así que eché candado a todo lo que pude. Me preocupaba que rompiera las ventanas. Joder, no estaba listo para morir.
[...]
Escuche un ruido, un estruendo en la sala. Me sobresalte de la cama temblando. ¡¿Y si era ese tio?! ¡¿Venia a matarme?!... ¡No, no, no! ¡No queria morir! ¡¿Por que me pasaba esto? ¡Tenia mucho miedo! ¡Estaba aterrado!
Intentaba pensar en que solo fue mi imaginacion, trate de respirar con normalidad pues se me estaba alterando la respiracion.
Escuche como la television de la sala se encendio. Entre en panico, me sudaba el cuerpo entero, mi sangre helaba, iba a morir, me iban a robar o a lastimar, viviria una tortura...
>>>PARTE 2
xD Luzu exageras!! o no ( ͡° ͜ʖ ͡°)
ResponderEliminarvaia pero vaia vaia... no me esperaba para nothing esta pareja :v pero miraaaa me gusta loool
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQUIERO SABER QUE SIGUE!!! POR FAVOR T.T
ResponderEliminarCuando publicas la otra parte, me esta matando la intriga pliiis TnT
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